Soy educadora y he estado en lugares donde he tenido que enseñarles a niños y niñas otro idioma, donde los estudiantes hablan otro idioma que el de la maestra, y en escuelas donde he colaborado traduciendo para la comunidad. El inglés no es mi primera lengua, y fue un proceso difícil y doloroso el aprenderlo como adulto. Me costaba mucho la gramática, creo que aún me cuesta, y me costó años sentirme segura hablando en público. Recientemente, mi trabajo cambió de ser una educadora de aula a ser una profesora educadora, y en este viaje, mi lengua madre me ha ayudado a llegar a mas educaras y educadores que se sienten conectadas con el español.
Hace dos años, me convertí en mamá, y el hecho de criar a mi hijo en otro país, donde se habla un idioma diferente, ha estado siempre en mis pensamientos. Aún recuero cuando después de dos meses de ir a la escuela (prescolar), mi hijo me miró y me dijo “more milk” (mas leche). En ese momento no podía creer lo que me estaba diciendo. Me sentí muy orgullosa, pero también muy preocupada de que ya no quisiera hablar español. Tenía solo dos años, y recién había comenzado a sumar palabras a su vocabulario. Esa frase era solo el comienzo de un sin número de palabras que estaba aprendiendo día a día. Me di cuenta que cuando íbamos por la calle, él ya podía responder a las personas que le preguntaban cosas en inglés. De alguna manera, había comenzado a navegar un nuevo mundo, un mundo que lo hacía feliz. Sin embargo, yo me sentía estresada, preocupada, y hasta me preguntaba si la decisión de haberlo mandado a una escuela donde no se hablara el español, había sido la correcta. Me pregunte ¿Qué era lo que yo no estaba entendiendo? ¿Porque estaba tan preocupada? ¿Había algo a lo que yo estaba renunciando dejándolo navegar este nuevo mundo?
Desde que mi hijo nació, yo solo le he habla en español. Pero la curiosidad de saber cuánto estaba aprendiendo en la escuela, hizo que iniciáramos algunas interacciones en inglés. Tenía que entender que era lo que estaba pasando, creo que era hora de ponerme mi “sombrero de educadora”. Yo no era la única que lo intentaba, mi familia y amigos también lo incentivaban a hablar en inglés. Ellos también querían saber cuánto estaba aprendiendo, y para ser honesta, era bien impresionante: sabia los números, los colores, los animales, y mucho más. Pero nuevamente estaba ahí la ansiedad de creer que, de alguna manera, se iba a olvidar de hablar en español e iba preferir hablar en inglés, Me obsesioné un poco con que solo me hablara en español, sin darme cuenta de la alegría que le provocaba decir las palabras que estaba aprendiendo en la escuela. Definitivamente no estaba haciendo fácil su proceso bilingüe. Además, me di cuenta que era la única que no estaba disfrutando de su viaje. Sus educadoras en la escuela estaban emocionadas que pudiera hablar en inglés con ellas y con nosotros en español. Mi familia estaba muy orgullosa de ver lo fácil que era para él aprender inglés. Entonces, hicimos un compromiso, o más bien yo hice un compromiso, iba a respetar su proceso de aprender un nuevo idioma, y además me iba asegurar de que se sintiera orgulloso de aprender nuevas palabras.
Mi objetivo era entonces ayudarnos a entender que el español y el inglés pueden coexistir, y que “las cosas” pueden tener diferentes nombres. Algunas de las cosas que hacemos juntos son, por ejemplo, preguntarle como se dice eso en inglés o en español. También hago que elija el idioma de los libros que leemos o el idioma quiere jugar el juego de los animales. He traducido algunas canciones que le cantan en la escuela y las cantamos en inglés y español. Juntos, hemos aprendido la importancia de la coexistencia de ambos idiomas, y empecé a notar como él era capaz de identificar quien en su vida hablaba en inglés, quien hablaba ambos, y que además iniciaba conversaciones en ambos idiomas dependiendo de lo que hablaran las personas. Incluso me ha dicho “mommy” cuando estamos con amigos que solo hablan inglés!!! No fui yo quien le enseñó a cambiar de un idioma al otra, sino que fue él quien me mostró lo que era capaz de hacer
En este proceso, entendí que lo importante no era escoger entre español o inglés como una preferencia, sino que poder ver el privilegio de lo que significa saber ambos idiomas para comunicarse con mas personas. Los últimos dos meses, mi hijo ha estado más expuesto al español que al inglés, pues la escuela y las actividades que hacíamos fuera de casa están cerradas. En mi casa hablamos principalmente español, pero el sigue teniendo interacciones en ingles con sus amigos y con mis compañeros de trabajo. Mi esposo y algunos amigos me han preguntado si estoy preocupada que Santiago vaya olvidar el inglés que aprendió en la escuela, y mi respuesta es No. No se trata de olvidar un idioma, sino que se trata de darle a un lenguaje más valor que al otro. En este sentido, estoy segura que estamos tratando de no hacer eso y que valore ambos. Lo que importa ahora es que Santiago continúe aprendiendo la esencia de saber múltiples idiomas. Quiero que sea capaz de saber que los diferentes objetos tienen distintos nombres, que podemos usar palabras en distintos idiomas, dependiendo del contexto, las personas, o incluso nuestros propios deseos al comunicarnos. Estoy segura que mi Santi no se ha olvidado de eso, pues aún sigue disfrutando sus reuniones por la mañana (morning circle) con sus amigos y educadoras en inglés. Le encantan los libros en inglés y los juegos, y aun expresa sus ideas con las personas que le hablan en inglés. Habla con mi familia en español, pero también disfruta enseñándole los colores en inglés. Estamos construyendo fundamentos sólidos para que entienda que hablar múltiples idiomas es un privilegio que tenemos and honrar. No tenemos que escoger entre uno por sobre el otro, sino que tenemos que incorporar ambos como una habilidad que nos ayudará a comunicarnos de diferentes maneras.